zgz rebelde

zaragoza rebelde – 1975, 2000 – movimientos sociales y antagonismos

LA PEÑA UNIÓN FLAMENCA

La Peña Unión Flamenca surge con la construcción del Arrebato. Mediados los noventa. Estábamos allí trabajando y, por casualidades de la vida, nuestros vecinos de arriba eran una familia gitana. En el balcón de esta casa sonaban acordes de guitarra flamenca que pronto lo hicieron en el local, todavía en construcción. Era el Chano, un joven con muchas ganas de abrir sus horizontes y salir adelante tocando la guitarra. Enseguida me presentó al mundillo flamenco, primero de La Madalena, luego de la ciudad. Como una de nuestras ideas era hacer conciertos en directo, rápidamente el Chano se sumó al carro y con David Tejedor, El Tejuela, Úrsula, Chivitas, Antoñito, Juan, Chelo… decidimos montar una asociación cultural que diera cobertura a una serie de actividades que pretendían, entre otras cosas, dignificar el arte flamenco en el mundo alternativo, hasta entonces no muy bien visto.
Contactamos con el ayuntamiento y, a través de Joaquín Merchán, programamos un primer concierto de alto nivel en el barrio de La Madalena. Trajimos a Chano Lobato a la Casa de las Culturas y como teloneros, por supuesto, la Peña Flamenca puso al Chano con David Tejedor y el Tejuela. Otra experiencia interesante por aquel entonces fueron varios conciertos solidarios con Chiapas en el Centro Cívico Delicias. También se participó en el Rincón de Goya con otro concierto solidario. Nos metíamos en todo acto que podíamos, las y los alternativos nos acostumbramos a la presencia también flamenca en este tipo de eventos. Los conciertos en el Arrebato eran continuos e hicieron de éste una seña de identidad, logrando un lazo entre payos y gitanos que antes no existía. La aceptación crecía y cada vez era más gente la que se nos acercaba. También en el barrio existía una escuela de baile (no sólo de flamenco) llamada Terpsicore en la calle Doctor Palomar. Mas adelante, ya en los albores del siglo XXI, con un proyecto de escuela flamenca, nos instalaríamos allí. Esto fue posible gracias a un convenio de colaboración con el ayuntamiento y su departamento de acción social (Luisa Fernanda Rudi y Verónica Lope), que suponía el acceso de la población gitana al empleo y al intercambio de experiencias con la paya. Los inicios no fueron fáciles pues para que te dieran los dineros había que justificarlos con gastos previamente efectuados, pero me las ingenié para producir ingresos (cobrando las clases, realizando conciertos…). En un primer momento los cursos impartidos eran de niveles iniciación (baile flamenco, cajón, compás, guitarra); con una buena campaña de publicidad (publinoticias, carteles, octavillas…) nos hicimos eco en la ciudad y el número de alumnas fue en aumento. Otra vez casualidades de la vida, un día apareció por allí Miguel Ángel Berna, que venía de trabajar un larga temporada en Italia y, rápidamente, por consejo de las alumnas y entonces monitoras más avanzadas fue fichado para la escuela, a la que dio un mayor caché, y seguimos creciendo, por un lado en el nivel de las clases y por otro en número de alumnas; llegamos a tener sólo en baile flamenco ciento treinta personas, aparte de otras treinta en otras disciplinas; las cuentas ya salían y se habían creado cuatro puestos de trabajo, más tres ¨ayudas¨ a monitores. Los viernes por la tarde nos montábamos unas juergas didácticas donde venía gente a cantar y tuvimos que poner una máquina de café y vendíamos algunas cervecillas y refrescos. Aparte de las clases de flamenco me pareció interesante incluir otras relacionadas con otras culturas y así aparecieron clases de danza del vientre, que nos desbordaron rápidamente, en cursos intensivos de fin de semana con más de cincuenta alumnas, percusión africana, tango argentino.
Un crisol de culturas que nos hizo ser referente en la ciudad, fundamentalmente por su originalidad, donde convivíamos gitanos, payos, africanos… (llegamos a celebrar bautizos africanos, bodas gitanas y comidas populares de barrio). Más tarde se montó una taberna flamenca y los fines de semana hacíamos conciertos, llegando a participar como sede oficial del Strictly Mundial, con actuaciones de la talla de Miguel Poveda o el Falo. Una bonita experiencia que duró mientras el local resistió las mínimas condiciones y tras estos cuatro años, ya finalizado el convenio con el ayuntamiento, me retiré de este proyecto, pasándole el testigo a Miguel Ángel Berna, que se hizo cargo de la escuela.
Mi siguiente proyecto, La Corrala de la Peña Unión Flamenca, aunque empezó bien después fue un fracaso. Los malos socios te juegan malas pasadas. Perdón.

Moisés Falo