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zaragoza rebelde – 1975, 2000 – movimientos sociales y antagonismos

25 AÑOS DE BAJADAS POR EL CANAL

Cuando proyectaron transformar el Canal Imperial de Aragón en su recorrido desde Tudela, colocando placas de cemento para revestirlo, lo que suponía eliminar toda una franja arbolada crecida a su lados -un arboricidio obligatorio para el paso de las maquinas- desde la Asamblea Ecologista de Zaragoza, en el año 1984, se organizó un movimiento de oposición al revestimiento, por motivos varios. Sabíamos que otros canales parecidos en el mundo guardaban sus cauces de tierra con la vegetación asentada en sus orillas, debidamente cuidada y naturalmente alimentada por la porosidad de las paredes. Una irrigación natural que con las placas de cemento se hubiera perdido, quedando el Canal igual que cualquier otro cauce de agua para  regar los llamados desiertos de Aragón. Había más de cien mil árboles sentenciados. Una franja o corredor serpenteante de vida donde las aves encontraban cobijo, e incluso, bajo las aguas, entre el limo, una especie de mejillón casi en peligro de extinción: la Margaritífera, que se adaptó desde el río Ebro.

La respuesta fue la celebración cada año de las “Bajadas del Canal”. Eran, y son, siempre entusiastas y reivindicativas: “El Canal parque lineal”.

La salida se dio desde el puente del Rincón de Goya. La mayoría de los “artefactos flotantes” (como les llamaba la prensa) fueron hechos por grupos de amigos, asociaciones vecinales, ecologistas… Fabricados con ingenio se transformaban en barkas, hinchables, nabatas, pirauchus…, y sobre todo, en esas plataformas flotantes, tan simples pero tan efectivas, hechas sólo con dos palets de madera o cuatro atados con cuerdas a otras cámaras de neumáticos de camión bien infladas, siendo esta embarcación-tipo la mas utilizada: una especie de “marca de la casa” de cada Bajada. Un año, la Bajada tuvo la presencia de la nave “La Dragona Iberia”, embarcación que descendió todo el Ebro en la lucha por salvar al río grande del desastre del trasvase… Así hasta en la ultima, la XXV (que se dice pronto), surcando al menos un día al año las terrosas aguas del Canal.

Era, y es, una gozada encontrarse la mañana de ese domingo de septiembre, casi siempre  con un tiempo veraniego, viendo bajar los botes con banderas piratas, verdes, rojas, negras…Ver las “barcas-caseras” desde los puentes y orillas (hoy tratadas con algo más de cuidado) o directamente participar en estas expediciones, de veinte, treinta o cuarenta artefactos flotantes, practicando una navegación fluvial puramente divertida, pero con pancartas contra el avance de la muy avisada tecno-devastación, como los cinturones, el tercero y el cuarto, que al final se hicieron. Con los músicos de la Banda del Canal encima de alguna balsa, tocando jazz. Con los amigos, chicos y chicas, animando, con los padres cuidándolos y por libre. Disfrazados también de hombre-rana. Chapuzones, baños y barcas que se van a pique, salvada la tripulación… Todos, viviendo la experiencia de flotar por el agua pasando por entre los cañaverales y los carrizos, salvando por debajo los puentes y pasarelas.

Luego, la leve corriente y los remos, aún más improvisados que las barcas si cabe, llevaban la refrescante caravana fluvial hasta más allá del puente de América, para, una vez desembarcados en el parque de la Paz, subir a recobrar fuerzas en las comidas campestres organizadas. Asistir a alguna actuación o festival, o montando y visitando entre toda la movida ecologista zaragozana y aledaños los chiringuitos instalados por allí, de grupos culturales, sociales y reivindicativos.

Luego vinieron los patos, y de verdad que se quedaron adaptados y felices.
Los flotantes del Barrio de Torrero, las plataformas subidas desde los locales del Barrio de la Magdalena, la colaboración de las Asociaciones de Venecia y La Paz… todos han sido convocados desde los primeros años por la Asamblea Ecologista de Zaragoza y siempre creándose un ambiente mágico, que esperamos siga los siguientes años. Porque el Canal se hizo navegable y de tierra, y perder estas funciones, sin tenerlo además bien cuidado para el riego, seria otro más de los desastres ecológicos a sumar a tantos otros ya consumados.

Muy a pesar de nuestros políticos y las trabas de bomberos y policías, la Bajada sigue muy viva y convocando a intrépidas e intrépidos navegantes que surcan las aguas tranquilas de nuestro querido Canal.

Pepe Ginés