A mediados de los noventa hubo en Zaragoza una escalada de agresiones fascistas, de las que los medios de comunicación se hicieron eco, causando la alarma en la ciudadanía. Las victimas fueron principalmente mendigos e inmigrantes, aunque también activistas de grupos de izquierdas. A raíz de estos hechos y a partir de los movimientos sociales y organizaciones políticas que habitaban por entonces la ciudad,  surgió la Plataforma Antifascista de Zaragoza (PAZ). Su intención era realizar el trabajo social y político necesario para que esta actividad fascista desapareciera, trabajo que por parte de las instituciones no se llevaba a cabo.

A los pocos años de que la PAZ comenzara su andadura, estudiantes y personal trabajador de la universidad involucrados/as en este proceso de auge de la actividad  fascista  y espectadores/as de primera de la influencia que en la universidad estaba teniendo la derechización o fasticización de determinados sectores sociales decidieron organizarse en colectivo en la Plataforma Antifascista de la Universidad (PAU), llevando a cabo un trabajo en paralelo con la PAZ pero teniendo a la universidad como entorno político en el que actuar.

Y la acción ahí era necesaria, porque si bien las agresiones no tenían a la universidad como lugar preferente, la presencia fascista en la universidad estaba siendo cada vez más acosadora, a través de la propagación de simbología nazi (pegatinas, pintadas, carteles,…) y también a través de situaciones intimidatorias que determinados/as estudiantes denunciaron y que eran llevadas a cabo o bien por alumnos simpatizantes de la ideología fascista que empezaban a atreverse a expresar con libertad su ideología intolerante en las facultades o bien por personal externo que acudía a la universidad a llevar a cabo un acto político de presencia. Y ésa, la presencia, era la lucha antifascista que se llevaba a cabo en la universidad: la PAU entendía que su tarea más importante era llenar de presencia antifascista los lugares universitarios para que la actividad fascista no tuviera lugar; se actuaba a partir de esta relación antagonista: allí donde estábamos nosotros/as, ellos no cabían.

¿Y la forma concreta de llevar a cabo esta tarea? La PAU  trabajó a diferentes niveles:

– Formación: realizando jornadas y seminarios con la participación de profesores/as de la universidad y militantes que consiguieran explicar el fenómeno político del fascismo y el racismo, situándolo en su contexto histórico e intentando vislumbrar el peligro de rebrotes importantes de estos movimientos en nuestras sociedades contemporáneas.

-Propaganda: mediante materiales gráficos, como carteles, pegatinas, pintadas-denuncias…, que se iban repartiendo por las distintas facultades.

-Participación en actividades universitarias: como la puesta en marcha de un tenderete propio en las fiestas universitarias en el que se vendían distintos materiales antifascistas (camisetas, libros, cuadernos, mecheros,..) que servían también como modo de financiación del colectivo.

-Movilización: extendiendo en la universidad  las convocatorias que la PAZ llevaba a cabo de manifestaciones, concentraciones o actos de presencia en juicios a fascistas.

Y en cada uno de esos niveles nos íbamos encontrando gente que en su actitud de repulsa, en su deseo de acabar con la sinrazón fascista, afirmaba también unos modos diferentes en el hacer social y político.  Esa presencia antifascista no fue crear un vacío donde los descerebrados no entrasen, sino que ese espacio se dotó de contenido propio. Negando al fascismo nos encontrábamos afirmando nuestra realidad política propia, nos vimos construyendo espacios en la universidad de relaciones políticas, sociales y afectivas con una capacidad de expresión más libre y, a través de la cooperación entre todas las instancias universitarias, con una mayor potencia de generar un discurso y una práctica efectiva en la lucha antifascista y anticapitalista.

Plataforma Antifascista Universitaria